En los comienzos de nuestro andar comunitario, teníamos la urgencia de resolver la comida para hijos y familias del barrio. Y de a poco, mientras nos empezaban a preocupar los chicos y las chicas que se quedaban entre las ollas, sin espacio seguro, salían las preocupaciones de mujeres que resolvíamos algunas cuestiones en el barrio y seguíamos tolerando maltratos y violencias en la casa.
Por los 2002, en tiempos de desolación, incertidumbre, nos convocaron a ser parte con otra red comunitaria, la Red El Encuentro, de un proyecto que buscaba la centralidad del juego para el aprendizaje y centrado en los niños y niñas como protagonistas, con fuerte perspectiva de género. Ahí, con un equipo interdisciplinario y compromiso territorial, fuimos desandando en cada equipo de educadoras nuestras infancias, nuestros deseos de vida sin violencia y animándonos a dar pasos, a empezar de nuevo en muchos casos y poner freno con la seguridad que nos íbamos dando con escucha y sabernos acompañadas.
Salir de las violencias en casa, proponernos estudiar, hacer otros proyectos, en medio de la cotidiana, nos marcó como mujeres y compañeras y nos convocó a unirnos con otras luchas.
Este 25 N, después de 30 años, pese a la estigmatización y ninguneo del gobierno nacional, seguimos acompañando a las niñeces, juventudes y familias de los barrios populares de Merlo y Moreno. Sabemos que la desigualdad es caldo de cultivo de todas las violencias y que la salida es colectiva.
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La Educación Popular es Nuestro Camino